“El problema no está en la tecnología, está en la educación”, advierte Fernando Suárez sobre el uso digital de los menores

El presidente del Consejo General de Ingeniería Informática de España y del Colexio Profesional de Enxeñaría en Informática de Galicia reclama más acompañamiento familiar y alfabetización digital en hogares y centros educativos ante el uso cada vez más temprano de móviles y redes sociales

El primer móvil llega, de media, a los 10 años, y a esa edad cuatro de cada diez niños ya dispone de teléfono propio. A los 12 años el porcentaje se eleva al 76 % y en la ESO alcanza prácticamente al 93 % del alumnado. La presencia en redes sociales comienza ya en los últimos cursos de Primaria y se intensifica durante la adolescencia. Es el contexto que dibuja el estudio Infancia, adolescencia y bienestar digital, elaborado por UNICEF España, la Universidad de Santiago de Compostela, Red.es y el Consejo General de Colegios de Ingeniería Informática de España.

El informe se ha realizado a partir de encuestas a alumnado de Primaria, Secundaria y Bachillerato, y amplía el foco hasta los 20 años al incorporar también a estudiantes de Formación Profesional. En total, recoge la voz directa de casi 100.000 niños, niñas y adolescentes de entre 10 y 20 años, a los que se suman cerca de 7.000 docentes, lo que le otorga un alcance mundial por la representatividad de la muestra, situándolo entre los estudios de mayor alcance realizados en España sobre el impacto de la tecnología en la infancia y la adolescencia.

Sobre sus conclusiones ha reflexionado en Radio Líder el presidente del Consejo General de Colegios de Ingeniería Informática de España y del Colexio Profesional de Enxeñaría en Informática de Galicia, Fernando Suárez, quien lanza un mensaje claro: “El problema no está en la tecnología, está en la educación”.

Suárez insiste en que el acceso temprano a internet y a los dispositivos no es necesariamente negativo, pero sí lo es cuando se produce sin acompañamiento adulto. “Los niños entran en un mundo sin fronteras muchas veces sin supervisión, sin orientación y sin educación digital”, advierte. A su juicio, la tecnología se ha normalizado en la vida de los menores sin que exista una introducción ordenada ni una guía clara por parte de los adultos.

También pone el foco en el ejemplo que se ofrece desde casa. “Los niños aprenden por imitación y los adultos no siempre estamos dando buen ejemplo”, señala, en referencia al uso del móvil durante las comidas o en espacios de convivencia familiar. En este sentido, alerta del uso del teléfono como un recurso para calmar o entretener a los más pequeños: “Muchas veces el móvil no se entrega como herramienta educativa, sino como un auténtico apaganiños”.

Ciberacoso, control digital y pornografía

El presidente del Consejo General de Informáticos advierte de que el entorno digital amplifica problemas sociales ya existentes, como el acoso. Aunque los casos de acoso tradicional siguen siendo más numerosos, Suárez subraya que “el impacto del ciberacoso es mucho mayor, porque es permanente, se produce las 24 horas del día y es mucho más difícil escapar”. El estudio refleja además situaciones de control y chantaje a través del móvil en parejas jóvenes, una forma de violencia digital que se manifiesta a través del control, la vigilancia constante y el chantaje en el entorno digital.

Otro de los aspectos que más preocupa es el acceso temprano a la pornografía, que comienza a edades muy tempranas y acaba influyendo en la construcción de la educación sexual de muchos menores. Suárez señala que esta situación está directamente relacionada con la falta de control real de edad en internet y con la ausencia de educación afectivo-sexual en el entorno familiar y educativo. “Si no se habla de sexo en casa, muchos niños acaban aprendiendo a través de una pantalla”, advierte.

Alfabetización digital y sentido común

Suárez defiende reforzar la alfabetización mediática y digital tanto en las familias como en los centros educativos, y desmonta la idea de que los adultos no puedan educar en este ámbito. “Existe la falsa creencia de que los niños saben más que nosotros porque manejan mejor las aplicaciones, pero lo que nosotros podemos aportar es experiencia vital”, explica.

Para ilustrarlo, recurre a un ejemplo muy gráfico: “Nuestros padres nos educaron en seguridad vial aunque no supieran conducir. Nos enseñaron a cruzar por un paso de peatones o a respetar un semáforo. Eso mismo debemos hacer ahora con el entorno digital”. En este sentido, Suárez insiste en que “acompañar, marcar límites y enseñar a identificar riesgos no requiere conocimientos técnicos avanzados, sino implicación y sentido común”.

Dinero online y falta de supervisión

Durante la entrevista también alertó del acceso de los menores a mover dinero en internet. Suárez recordó que muchos niños y adolescentes realizan compras digitales o micropagos en videojuegos sin que las familias sean plenamente conscientes, a pesar de que esos pagos se hacen con tarjetas bancarias de los adultos. “Si un menor compra algo en una tienda física con nuestra tarjeta, lo sabemos. En internet debería ocurrir lo mismo”, señaló, advirtiendo de que esta falta de control puede derivar en gastos no deseados o incluso en problemas vinculados a las apuestas online.

Pese a los riesgos detectados, Suárez rechaza un enfoque alarmista. “La tecnología puede ser maravillosa si la usamos con sentido común. Prohibir nunca es la solución”, afirma. Defiende un modelo basado en escuchar, acompañar y estar presentes también en la vida digital de niños y adolescentes, algo que —según subraya— reclaman los propios menores en el estudio.

Ante cualquier problema relacionado con la seguridad en internet, el ciberacoso, la suplantación de identidad o el acceso a contenidos inadecuados, las familias, los menores y también profesionales pueden recurrir al teléfono 017, Tu Ayuda en Ciberseguridad, el servicio nacional, gratuito y confidencial que presta el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE). Un equipo multidisciplinar ofrece asesoramiento técnico, psicosocial y legal de 8 de la mañana a 11 de la noche, los 365 días del año.